ParamitaLab trabaja en esa intersección. Nuestra práctica —hacer campo en el sujeto— crea las condiciones donde lo singular de cada quien puede emerger como diferencia generativa que transforma lo colectivo.
Acompañamos a educadores, activistas, artistas, comunidades e instituciones en procesos donde la transformación no viene de soluciones externas, sino de cultivar la capacidad de respuesta desde la complejidad misma.
Nuestra práctica:
hacer campo en el sujeto
Hacer campo en el sujeto es crear las condiciones relacionales donde la singularidad de cada quien —esa manera única de habitar la incompletud constitutiva— pueda advenir como diferencia generativa que transforma la trama colectiva, sin promesa de completitud pero con responsabilidad ética de custodiar la apertura.
La función de quien facilita no es dirigir ni interpretar, sino sostener el campo y acompañar lo que emerge en el aquí y ahora. Esto implica habitar la tensión de no saber, confiar en el proceso sin controlar el resultado, y estar presente para que algo del orden del acto —no solo de la comprensión— pueda advenir por la vía de la incógnita.
Este trabajo no lo hacemos en solitario. La supervisión e intervisión forman parte esencial de nuestra práctica: espacios donde quienes acompañamos podemos elaborar lo que nos acontece, afinar nuestra capacidad de respuesta y cuidar la ética de la exposición mutua.
Nuestro enfoque
Trabajamos con educadores, artistas, activistas, investigadores, comunidades e instituciones que buscan transformaciones profundas —donde no bastan nuevas estrategias, sino que se requieren nuevas maneras de percibir, relacionar y responder.
Nuestro trabajo se despliega en cuatro dimensiones que se sostienen mutuamente:
Capacitación para la responsividad
Cultivar la capacidad interior de ser afectado, de responder, de estar abierto a lo que el mundo nos comunica. Porque alguien que experimenta profundamente resonancia con el mundo será naturalmente responsivo ante las exigencias que ese mundo le presenta.
Práctica para la acción co-creativa
El hacer no se separa del pensar ni del sentir. Nuestra práctica es encarnada: sostenemos dispositivos donde el conocimiento emerge del encuentro, de la experimentación compartida, del acto concreto en contextos relacionales vivos.
Comunidad como campo de transformación mutua
Trabajamos con grupos porque la transformación se da a partir del tejido relacional: cada singularidad que emerge en el espacio compartido modifica la trama que la sostiene. La comunidad es el espacio vivo donde lo singular y lo colectivo se co-constituyen.
Reflexión como elaboración de lo vivido
Cada proyecto, cada encuentro, cada dispositivo es también espacio de aprendizaje. La reflexión no es posterior a la práctica, es parte de ella: nombramos lo que acontece, elaboramos lo que emerge, conceptualizamos desde la experiencia vivida. Así, la práctica se vuelve también producción de saber.
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Estas cuatro dimensiones no son etapas secuenciales sino aspectos entrelazados de una misma práctica: crear las condiciones donde lo singular puede advenir como fuerza de transformación colectiva.
Dimensión Social: El sujeto relacional
El ser humano nace en relación. Desde el inicio, la subsistencia depende de otro que recibe, alimenta, sostiene. Las marcas de esos vínculos primarios estructuran la manera en que establecemos nuestra unión con lo trascendente y duradero. Somos, desde el origen, seres relacionales. Por eso la transformación no ocurre "en" los sujetos de manera aislada, sino en el espacio relacional compartido. Nuestra práctica cultiva la capacidad de ser afectados juntos —de encontrarnos en ese espacio donde la resonancia mutua puede reconfigurar cómo percibimos, nos relacionamos y respondemos.
Dimensión Psicológica: Sujeto dividido y lenguaje constitutivo
Trabajamos con la complejidad del sujeto en tres dimensiones: lo simbólico (el lenguaje y la cultura que nos constituyen), lo imaginario (deseos, proyecciones, identificaciones) y lo real (aquello que resiste la simbolización y retorna). El sujeto no es una entidad unificada y transparente a sí misma. Está constituido por el lenguaje, atravesado por dimensiones que no controla completamente. Esta incompletud no es un defecto a reparar, sino la apertura desde donde puede emerger algo nuevo. Trabajamos con esa hiancia constitutiva —el espacio donde el sujeto no coincide totalmente consigo mismo— como el lugar generativo desde donde puede advenir una respuesta singular, no automática.
Dimensión Filosófica: La fuerza de vida y el sujeto descentrado
Todo ser vivo lleva en sí una tendencia a persistir, crecer y expandir su capacidad de actuar en el mundo. Nuestra práctica intenta crear las condiciones para que esa fuerza vital pueda manifestarse, para que cada sujeto pueda desplegar su potencia de manera más plena. Pero el sujeto humano no es una entidad cerrada y autónoma. Ex-siste: está siempre ya en el mundo, constituido por el lenguaje, descentrado de sí. Esta comprensión —que el sujeto no se posee plenamente a sí mismo— atraviesa toda nuestra práctica. No trabajamos desde la ilusión del sujeto soberano que se conoce y controla plenamente, sino desde el reconocimiento de que el sujeto adviene en relación, en el lenguaje, en el encuentro. Confiamos en la bondad básica: el potencial inherente en cada ser de moverse hacia la coherencia, la compasión y la expresión creativa. Y confiamos en que ese potencial puede desplegarse cuando se sostienen las condiciones para que la incompletud se vuelva apertura generativa.
Dimensión Política: Valoración performativa y responsabilidad del acto
Practicamos la política creando espacio para que todas las voces sean escuchadas, centrando las perspectivas marginalizadas y reconociendo que la transformación requiere más que representación: requiere construcción colectiva genuina. Valoramos a cada sujeto por la diferencia que su manera singular de responder introduce en lo común. Es una ética del acto: sin garantías metafísicas, con responsabilidad plena de sostener las condiciones donde cada singularidad puede advenir como diferencia que amplía algo del orden de lo posible transformando la trama colectiva.
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Estas cuatro dimensiones se entrelazan en la práctica, creando un enfoque que sostiene tanto la profundidad singular de cada sujeto como la sabiduría que emerge del tejido colectivo.
Quiénes somos
En ParamitaLab, los proyectos se mueven como ondas que se propagan desde una piedra lanzada al agua tranquila: se extienden hacia afuera, dan forma a nuevas posibilidades y luego regresan con ideas que informan lo que vendrá después. Otras veces, inician una deriva que se convierte en algo completamente nuevo, que ya no nos pertenece, que cobra vida propia y que ya no es nuestro, que dejamos ir con gratitud. Trabajamos con una estructura basada en proyectos inspirada en el comportamiento de las bandadas de pájaros, en la que el liderazgo surge de forma orgánica según el contexto y la experiencia, en lugar de estar basado en roles fijos.
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